La época foral: Estructuración y conflicto social. Los siglos xvi y xvii
Fig. 238: Blasó de la Casa de los Perailes. La adaptación a las nuevas condiciones derivadas del agotamiento del modelo extensivo implantado con la colonización, condujo a una paulatina ampliación de los procesos de diferenciación social. Uno de los elementos novedosos fueron los estímulos a la producción agrícola.
Blasón en Casa de los Perailes
Fig. 239: En respuesta a los estímulos a la agricultura, el campesinado mejor establecido se beneficiaría de la enajenación de parcelas comunales, operaciones en las que sería clave el control del concejo por parte de las principales familias. De esta forma se pudieron constituir la masada del Cerrado Galindo (en la imagen), prados de dallo alrededor de dehesas y prados comunales, y heredades de secano insertas en zonas ganaderas de uso comunal y alejadas del pueblo, como el Collado, el Enebral y las Capurutas.
Masada del Cerrado Galindo
Fig. 240: Además, en estas zonas el concejo constituyó dehesas de propios con el fin de alquilar los pastos y disponer de rentas con las que afrontar una política de gasto expansiva, la creciente presión de la fiscalidad real y cierto nivel de endeudamiento. Como contrapartida, la creación de propios suponía un menor acceso para el campesinado modesto a los pastos de la localidad, con el agravante de que los propios se realizaban en las zonas con mejores hierbas, quedando relegado a los montes blancos cuyos pastos eran de menor calidad; en la imagen pastizales en la Sierra y al fondo pinares de la Muela, cuyas laderas y entorno albergaba varias dehesas.
Pastizales en la sierra
Fig. 241: Las estrategias aplicadas por el campesino más acomodado de compactar fincas dando lugar a grandes propiedades como la de Barea o la de Zurio (en la imagen la Cerrada Barea), así como cierta intensificación del trabajo asalariado, facilitaron un incremento de la productividad agrícola y una mayor acumulación, lo que a su vez dio pábulo a la consolidación de manifestaciones de prácticas elitistas entre las principales familias aguilaranas, como la venta de censales, la realización de préstamos a particulares, la creación de beneficios para el disfrute de la propia parentela, el ingreso de hijas en conventos, actos de prestigio como enterrarse en el interior del templo parroquial, la cesión de rentas a capellanías y la erección de viviendas solariegas. En el siglo xvi se edificaría, como mínimo, la casa de los Perailes, a la que seguirían la de los Romeros y la Rubio.
La Cerrada Barea
Arquitectura monumental de la época: la ermita de Santa Catalina
Figs. 242, 243, 244, 245, 246 y 247: Arco de entrada de la ermita de Santa Catalina; bóveda de crucería: esta ermita responde a una tipología muy difundida en el siglo xvi en el Sur de Aragón como pervivencia del gótico mediterráneo; fachada norte, oeste, suroeste y coro: se aprecia que es un templo de nave única con cabecera poligonal y coro. Seguramente este templo estuvo ligado al origen de la cofradía de San Antonio Abad, Santa Bárbara y Santa Catalina. Al igual que la ermita de la Virgen de la Peña, es una expresión de la vitalidad económica de la Iglesia aguilarana, que en un siglo de recuperación, aunque no precisamente brillante, se beneficiaría de la intensificación del trabajo de los campesinos
Puerta principal
Detalle del techo
Lado norte
Santa Catalina desde la Cerrada Barea
Vista desde camino de Villallano
Interior antes de la restauración
Fig. 248: A pesar de los cambios sociales en sentido oligarquizante y de polarización de la comunidad, conviene no olvidar los límites de los mismos. A pesar de la constante erosión del equilibrio social de la localidad, este aún perviviría garantizado por el predominio numérico del campesinado medio, al que seguiría un pequeño campesinado, pobre o humilde, pero no mísero. Las bases de este orden fueron el mantenimiento general de la propiedad, aunque modesta y atomizada, entre el campesinado, el carácter comunal de gran parte del patrimonio ganadero-forestal, la acción de las cofradías y la política expansiva del gasto público del concejo en los siglos xvi y xvii. Después de 1567 se edificaron las casas del concejo (que contarían con pósito para cereales, cámara de aceite y carnicería), se adquiriría el azud del Molinar, se haría la traída de aguas y la construcción de la fábrica de la fuente-abrevadero en 1689, y se contrataría a cirujanos y maestros. Con todo ello se apoyaba la actividad económica de los vecinos, como la extensión del regadío (en la imagen) y la mejora de sus condiciones de vida.
Instalaciones auxiliares del Molino Nuevo
Arquitectura monumental de la época: la Casa de los Perailes
Figs. 249 y 250: Fachada principal de la Casa de los Perailes y portada principal. La alteración de las condiciones que propició la depresión del siglo xv y que influyó en una ampliación del proceso de oligarquización, y en el propio desarrollo de la economía aguilarana con la formación de propiedades agrícolas más compactas y productivas, halló uno de sus correlatos en la edificación de la casa-palacio conocida como de ‘los Perailes’, de 1534.
Casa de los pelaires
Puerta principal de la vivienda
Una imagen del patrimonio de los sectores acomodados en los siglos xvi-xvii
Fig. 251: Los inventarios de las familias acomodadas reflejan patrimonios con diversificación en tierras, ganado y joyas. También son llamativas las partidas de deudas, lo que nos indica que el endeudamiento era común a las casas y, se entiende, que también a las humildes, como sería el caso de las deudas que se debían a la familia Martín-Sebastián. En la imagen la partida de el Campo, una de las que esta familia disponía de heredades.
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El Campo
Arquitectura monumental de la época: las casas de la Calle Mayor
Figs. 252, 253, 254 y 255: Fachadas de la Casa de los Romeros, de María y Rubio, y antiguo cerramnto de la Casa de los Romeros de la Calle Centro. Entre los siglos xvi y xvii se erigió un grupo de casas de notable interés arquitectónico y muy concentrado en el plano urbano, y que se pueden encuadrar en la categoría de casa-solariega. La existencia en el interior de la casa de María de arcos y bóvedas, estructuras nada propias de una vivienda solariega de aquella época, ha dado pie a la tradición de que el edificio fue un convento. Esta no es una opción descartable puesto que en un arco cronológico de tiempo relativamente breve (1676-1720) contamos con hasta cinco referencias de hermanos franciscanos en Aguilar, acumulación que no es sencilla de explicar a falta de más información documental. Pero, precisamente, la carencia de documentación histórica que certifique este extremo o la existencia de rentas o propiedades fundiarias asociadas a este hipotético establecimiento, hace que debamos ser muy prudentes al respecto, máxime si puede haber otras explicaciones respecto al origen de este edificio.
Casa de los Romeros
Casa de Maria
Casa Rubio
Casa de los Romeros,lado de la calle de Centro